Último día de 2015 y para no variar la reina de las cosas moñas y cursis y de los parrafazos sentimentaleros va a hacer uno para despedir a este año agridulce.
Ya suponía que 2015 iba a ser el peor y mejor año de mi vida, pero
nunca creí que iba a llegar a ser tan extremo.
Empezó con muy malas noticias que cada vez fueron siendo peores.
Se llevó a alguien que deja un gran hueco en la mesa y tuve unas Navidades muy
raras.
Por suerte, Febrero vino lleno de ilusiones, de ganas de
superación y con el viaje a Italia, una de las mejores experiencias con gente
con la que he compartido 15 años de mi vida y que no voy a olvidar, con muchas
pateadas, risas, anécdotas y buenos momentos. Pero lo bueno pronto acaba y nada
más llegar ya teníamos delante nuestros queridos globales.
Marzo fue uno de los peores meses que he tenido nunca, me demostré
a mí misma que soy más fuerte de lo que creía y que muy pocas cosas pueden
hacer que me venga abajo.
Abril pasó rápido, entre exámenes, fiestas y agobio.
Y por fin llegó el tan esperado mayo, la graduación, los últimos
globales de 2, las últimas fiestas del colegio, los nervios y agobios. Y tras 5
años conmigo, te fuiste y no vas a volver, pero que sepas que no te olvido
bebé.
Junio era sin duda el mes que más ganas tenía de que llegara y el
que más temía. Selectividad como palabra clave, agobio, libros, exámenes, más
selectividad, y cuando me quise dar cuenta era ya libre y empezaba el verano de
mi vida.
Me quedé sin Sampedros, sin Mallorca y sin celebrar los 18 en casa
pero cambié todo eso por un mes fantástico en NY donde conocí gente que me hizo
sentir como en casa, célebre mi mayoría de edad como una neoyorquina, lloré de
risa, eché de menos, conocí gente de todas partes del mundo a los que ahora
llamo amigos, culturas, tradiciones y vi cómo dos personas muy diferentes
pueden acabar siendo iguales. Si Julio Fue tan insuperable fue gracias a NY,
pero un viaje sin personas no es nada y les debo las memorias, anécdotas y
buenos momentos que me llevo a toda la gente que hizo que fuera una experiencia
tan grande. Y como con graduarme una vez no era suficiente, lo volví a hacer en
NY al estilo estadounidense.
Y llegó agosto, el mes fiestero, del Pitilingorris, de dormir por
el día y salir por la noche, de no pisar mi casa, de la Ribera, de conocer
gente. Este fue mucho más especial, hubo reencuentros, millones de risas,
nuevas amistades, enfados, pero sobretodo buenos momentos.
Septiembre fue el mes en el que me mudaba a León por fin, la
ciudad que siempre había sido como mi segunda casa. Llevaba más de un año
preparando todo para independizarme, y no podía tener más ganas. Empecé la
universidad y a estudiar lo que siempre quise, y conocí a gente que vale oro.
Me fui a Londres, pasé unos días increíbles con mi madre y sumé una fecha más
al calendario de los buenos conciertos.
Octubre, Noviembre y Diciembre han estado plagados de exámenes, de
buenos momentos, fiestas, jueves universitarios, de conocer a gente
maravillosa, de intentar no morir en el intento de vivir sola, de vivir entre
buses y trenes y de echar mucho de menos.
Este ha sido un año agridulce, pero me llevo muy buenos recuerdos
y personas. He viajado a mis países favoritos, he conocido gente por la que
pondría la mano en el fuego y he descubierto que puedo con todo lo que me se me
ponga enfrente.
Esta noche voy a brindar por la gente que sigue aquí año tras año,
por los que se han ido pero siguen mis pasos desde arriba, los que se fueron
porque quise y no les dejaré volver y porque 2016 sea el año que me merezco.