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martes, 8 de abril de 2014

Las aventuras de un naúfrago.

A base de hacer y contar las rayas realizadas en la palmera que me sirve de sombra, me he dado cuenta de que Jimmy y yo llevamos aquí 648 días. Hoy, tras desayunar un poco de la gaviota que me sobró de la cena, algo maravilloso ha ocurrido. Un avión ha caído a pocos metros de mi. Corro con las pocas fuerzas que me quedan y para mi desgracia, no hay ningún sobreviviente. Lo único que encuentro son cinco cuerpos entre humo y metales. Podría desilusionarme, pero mi estancia en este islote me ha enseñado que lo último que se pierde es el positivismo. Reviso otra vez los cuerpos y me relamo pensando en el gran festín que voy a pegarme a cargo de mis cinco nuevos amigos. Encima también traen maletas llenas de ropa. ¡Que bien me lo voy a pasar  jugando a adivinar el personaje! Con los huesos creo que haré un nuevo juego de bolos, que las calaveras del otro ya están cascándose y no ruedan como antes. Seguro que a Jimmy le va a encantar tener bolos nuevos. Aunque hace mucho que no le veo, pero en realidad no sé si le he visto alguna vez.