Otro año. Otro 24 de Diciembre. Han pasado ya más de 9 años, en Mayo hará 10. Hace 8 años, estaba en León, celebrando la Nochebuena con ellos en la parte de atrás de ese salón tan grande con suelo de moqueta roja que siempre era agradable pisar descalza. El árbol estaba en una esquina, y en la otra había muchas fotos, y mis juguetes. En esa zona siempre me gustó jugar, aunque me diera mil veces con esa ventana blanca que daba a la calle y tanto odiaba. En una esquina, detrás del sofá, estaba guardado el árbol cuando no era Navidad, y me gustaba jugar con uno de los adornos que sacaba de la caja. Una de las cosas que eran tradición era la bolsa blanca llena de chuches que tenía mi abuela y nos daba cuando entrábamos en casa; o el tradicional cocido que hacía todos los sábados porque a mi padre le encantaba. También me acuerdo de la terraza. Siempre salía a ver a los gatos que estaban en el tejado de enfrente, o a mirar lo lejos que parecía estar el suelo del patio vecinal desde allí arriba. Otra cosa que recuerdo es ir al parque Quevedo a dar de comer a los patos. Eso me parecía lo más genial del mundo. Y, un sábado de los de cocido, jugar en Queveo y chuches, empezó y terminó todo para mi. De ese día hace más de 9 años.
Me gustaría que eso no hubiera ocurrido, seguir yendo a León casi todos los fines de semana, seguir celebrando las Nochebuenas con ellos, no estar ahora llorando por echarles de menos, saber que iban a estar ahí para cualquier tipo de problema que tuviéramos, que se acordarán del día de mi cumpleaños y presumieran de nieta entre las amigas, que hubieran venido a Burgos el día de mi comunión, que me pudieran regañar por llegar de fiesta a la misma hora que ellos se levantaban, por no rezar ni creer mucho en Dios, por pelearme tanto con mis padres, por llorar por tonterías; que me hubieran visto crecer y que estuvieran orgullosos de mi. Aunque creo que, desde el cielo, de alguna parte de allí arriba, lo están, que siguen mis pasos; y espero que piensen que por ahora, estoy haciendo las cosas bien. Y, por lo que más desearía volver atrás, es para decirles por última vez que les quiero, que les echo muchísimo de menos. Todos aquellos que tengáis abuelos, que podáis disfrutar de ellos todavía, aprovechar al máximo cada minuto a su lado porque el tiempo pasa muy rápido, y luego os vais a arrepentir.